Explorando lejos de casa (privado Giausar)

Era la primera vez en mucho tiempo que el pequeño dragón se aventuraba a explorar los alrrededores, pero en ésta ocasion no eran simples vueltas por el bosque que cubría el lago estrella, ahora se había ido a volar en su forma dragonica tan lejos que terminó por descender en el volcán inactivo, esa masa de roca fundida y ardiente era el peor lugar que pudo ocurrirsele para curosear, pero iba recien refrescado de su hogar, no notaba mucho aun el calor.
Camino por los lugares olfateando y mordisqueando algunas rocas, tenía días que un pedazo de hueso de borrego se le había atorado en sus encias, y gracias a esa zona, por fin lo había conseguido sacar.

-aqui no existe mas que rocas-

Cuando pretendía retirarse, observó una cueva que parecía tener cosas brillantes. No perdio tiempo, se fue hacia el sitio, cambiando a su humana forma, pero con su cola, alas y cuernos visibles, para inspeccionar, parecía acaso la casa de alguien más? pero quien podria soportar vivir en un sitio tan caliente todo el tiempo?
Si había alguna puerta, Abdell la derribó porque no se quedaría con las ganas de ver esas cosas brillantes, así que ahora apreciaba los cuadros colgantes.

-un dragón rojo...que vive como humano? que ....raro-

Sopló aliento congelante en sus manos para mantener su temperatura fría y comenzo a tocar los objetos que habían, tod lo qeu tuviera al alcanze, quería sentir las texturas, que aun, era un gesto infantil que conservaba bien.

Mientras el dragón azul exploraba la cámara del tesoro, los movimientos de este despertaron el sistema de vigilancia. Mientras pasaba una duna de monedas, el sonido de algo deslizándose por las superficies metálicas se hizo presente detrás suyo, paralizándose en cuanto el dragón hacía gestos de girarse para localizar su origen, sin ningún éxito. La cámara, llena a rebosar de tesoros, estaba adornada con retratos de un dragón rojo en diferentes etapas de la madurez y la mayoría incluían pequeñas chapas en bronce pulido con el nombre del autor de este, acompañadas de estatuas en diferentes materiales y estilos formando una demostración de como el arte había ido avanzando junto con la edad del modelo. A medida que pasaba el tiempo, el débil ruido de impactos contra las monedas iba aumentando, formando un repiqueteo continuo que no parecía venir de ninguna fuente visible, hasta que llevó a un montón de viejas armaduras, en las que podían verse como algunas monedas de plata y oro se movían entre estas haciendo el ruido y amontonándose fuera de los tesoros, creando un pequeño montón que comenzó a seguir al dragón, cercándolo poco a poco. Su naturaleza no quedó clara hasta que al sonido de las monedas se añadió el zumbido de las alas de un insecto y un escarabajo dorado alzo el vuelo de sus congéneres para adelantar al resto del enjambre que cercaba al dragón chasqueando sus pinzas filosas con anticipación.

De mientras, el dueño de la gruta del volcán planeaba de vuelta a esta tras visitar su territorio de caza. No necesitaba comer, ni había nada de valor en las inmediaciones, pero era un modo de dar a conocer a posibles intrusos que estaban en terreno ajeno y de recordar a los habitantes de este a quién debían obedecer. Sus garras tocarón la piedra que le servía de percha para terminar de aterrizar, plegando las alas mientras descendía en su forma draconiana hasta salir por una galería contigua, notando movimiento en su cámara del tesoro, gruñendo furibundo. Si tenía un ladrón, lamentaría haber nacido.

Admirando las pinturas se dio cuenta de la naturaleza poderosa de quien vivía en dicha cueva, lo más sensato sería irse del sitio antes de que regresará y por supuesto, sin tomar nada del lugar, no es como si lo ocupase en primer lugar,no había nada de valor para él en el sitio y no era un vulgar ladrón.
Media vuelta y observó aquellas trampas que le comenzaron a cerrar el camino, defendiendose del enjambre y lo que se le acercara con su cola agitandola para derribar lo posible, y con sus alas envolviendose para protegerse de ello, esta ocasión como muchas otras en su vida, no pudo contar con el poder que no controlaba, no había recivido una visión de alerta.

-rayos!...No hace falta esto ya me iba y sin llevarme nada!-

gritó para si mismo y por si alguein estaba en el lugar provocando esa trampa.
Debía retirarse, si el dragón rojo de las pinturas lelgaba sería muy problematico defenderse de él, su hielo no podría auxiliarle contra una fuerte llamarada de un adulto dragón que encima estaba en su territorio ardiente.
Se atrevió a correr por la zona, en dirección a la salida auqnue los escarabajos y lo demás le frenaban constantemente el paso, harto de la situación, comenzo a lanzar su aliento congelante para convertir todo eso en una masa de hielo que pudiera romper con su cola y avanzar hasta la salida, seguro que con ello podría escapar. Pero la mala suerte estaba presente, afuera en la entrada estaba ya un dragón, quizas el dragón dueño, y no podía salir sin ser visto.

-esto no esta bien...-

El zumbido de los insectos aumentó cuando su cola barrió el enjambre, lo cual hizo que varios ejemplares se quedarán enganchados en su cola y comenzaran a pellizcar la piel entre sus escamas, moviendose rápidamente por su cuerpo a medida que nuevos ejemplares aterrizaban sobre él, aunque más que daños parecían causarle solo cosquillas, ya que las pinzas no alcanzaban a romperle la piel, si bien el enjambre no parecía dejar de aumentar, surgiendo de entre las monedas para rodear al intruso y subirse en su cuerpo.

El cono de aire helado que surgió de la boca del joven dragón, no obstante, hizo que rápidamente se dispersara, huyendo del hielo para esconderse entre las monedas y los agujeros en la roca, dejandole la salida despejada, solo para descubrir que el dueño de la cueva le esperaba en esta.

Soltó una pequeña nube de humo de sus fosas nasales desnudas mientras se acercaba a su cámara del tesoro al ver el brillo de un aliento de dragón, seguido de su dueño. La luz que se filtraba por la entrada atravesaba los agujeros de su carne descompuesta, dejando ver su silueta al intruso acompañada de una mirada de sus cuencas vacías que lo paralizaría unos segundos en el sitio, los suficientes para que el viejo dragón decidiera si matarlo enseguida o darle la posibilidad de explicarse. Descendió poco a poco, mirándolo con ira a pesar de no tener ojos, llameando suavemente desde los orificios de su craneo y emitiendo suaves destellos desde su cresta cristalina, señal de que su aliento podía ser emitido en cualquier instante. -¿Quien eres y que haces con mi tesoro, jovencito?- Preguntó, bloqueando la salida con su cuerpo. No saldría de allí sin una buena explicación.

Admirar el cuerpo casi cayendose en pedazos, el aroma que le llegaba a su nariz, que si bien no era tan penetrante podía distinguir del resto del ambiente, los 2 pedazos vacios de los que la luz emanaba, horrorizando y paralizando al joven dragón con ello, y el humo de la amenaza latente le mantenían quieto y muy alerta, pensaba que tendria que moverse rápido para esquivar ataques o quizas una cola aparentemente esqueletica, alzandose contra de él, pero no fue así, en su lugar, el dragón mayor solo permanecio bloqueandole el paso y haciendo que Abdell se llenara de un miedo profundo que carcomia el alma entera.
-nada, entre porque algo brillante llamo mi atención pero no eh tomado nada, no soy un ladrón-
mostro sus manos, no tenía bolsillos su ropa eh incluso la abrio un poco del pecho msotrando que no ocultaba ni una sola moneda, no había candelabros ni pinturas que estuviese robando, solo habia caido, nuevamente, por su extrema curiosidad de las cosas que desconocian.
Se quedo quieto pero aun pensativo de si fuese atacarle el otro, nisiuqiera movia la cola, todo estaba como sumido en la paralizis de un reloj sin cuerda, cuyo pendulo a quedado firme ante la gravedad.
-me llamo Abdell...vengo desde el lago estrella-

Se colocó en la entrada de la gruta, acercando su cráneo al joven dragón con un soplido amenazante de aire cálido y rancio cargado de un olor entre perfume y putrefacción. Los intrusos no le gustaban para nada y mucho menos si se acercaban tanto a su tesoro. Era casi una ofensa personal que alguien se atreviera a entrar directamente en su cámara del tesoro sin una invitación previa y un dragón tan viejo como él tenía un orgullo que se hería con mucha facilidad y que contaba con los medios para reparar esos daños rápidamente. -Más te vale que eso sea verdad o no saldrás de aquí vivo.- Le avisó, acercándose un paso para rodearlo, revisándolo con ojo crítico, mirando sus bolsillos vacíos salvo por algunos escarabajos congelados, gruñendo bajo. -No te muevas.- Le ordenó, dando un paso a la cámara del tesoro para mirar los montones de monedas, sin echar nada en falta. En efecto, no había cogido nada, pero eso no quitaba que fuera un ladrón al que había sorprendido en mitad de un hurto.

Tomó forma humana salvo por la cola, la cresta espinosa y las garras de pies y manos, quedándo completamente desnudo delante del joven dragón, con sus tatuajes tribales marcados en la piel pálida. -Así que Abdell...¿No os enseñan en el lago estrella que es de mala educación entrar en casas ajenas sin permiso?- Le preguntó, cruzando loas brazos mientras le miraba amenazante. -¿y que siempre es de buena educación disculparse cuando se hace algo malo?-

Muy atemorizante era estar bajo la vigilancia de ese mayor, todo en él era terror, pero dicho nivel bajo una ez que se transformo en su forma semi humana, eso le daba un poco mas de confianza pero no debia bajar la guardia.
Asintio bajando un poco su cabeza y subiendola en un movimiento lento y pasuado, a todas las preguntas que él otro le arrojó.
- Sí, me lo han enseñado, le ruego me disculpe, temo que soy algo curioso y no medi las consecuencias de ello-
Había un claro problema, si bien afuera estaba caliente, dentro no era mas frío, por todo lo contrario, se sofocaba más, y aunque apenas habían pasado minutos, aumento con la sola prescencia del dragón rojo.
Abdell tuvo que valerse de su respiración, soplando con suavidad para que su entisca no pasara mas aya de su rostro, de esa forma seria claro que no buscaba luchar, solo mantener su temperatura corporal estable.
-le juro que mi intención no era robarle nada, senti curiosidad de las pinturas que colgaban y tengo instinto de tocar todo solo para saber su textura, pero nunca planee robar nada.-
volvio a explicarse antes de girar su rostro un poco para mirar a los ojos al otro.

Movió la cola huesuda a los lados como un gato molesto, mirando al intruso, algo más calmado por sus disculpas, aunque aún así no le parecía suficiente por haber estado manoseando su tesoro sin su permiso. -Y tanto. Deberías usar más la cabeza o no llegaras a viejo, chico.- Le avisó, mientras una fumarola escupía una nube de azufre en una galería anexa, extendiendo el olor por la zona, pensando en que haría con el chico. Le miró usar su aliento para enfriarse, suspirando un poco en espera de que siguiera con las disculpas como le correspondia. -¿Instinto de tocar? ¿No eres lo bastante mayor para saber que hay cosas que no se tocan? ¿Como la lava, los cubos gelatinosos y los tesoros de un dragón mayor que tu?- Le reprendió, cogiendole la oreja para darle un tirón de ella como castigo. -Debería darte unos buenos azotes para que aprendas. O mejor aún, decirselo a tus padres. A ver si ellos te meten en cintura.- Le amenazó, ya que no había hecho nada no iba a castigarlo demasiado, pero quería que aprendiera una buena leccion.

Cuanto mas duraria ese enfrentamiento pausado con el mayor, si era sincero, por un momento penso que el lugar estaba abandonado, pero esa no es excusa la verdad, solo se quedaba quieto, cuando de pronto sintio el jalón de su oreja, quejandse por la clara sensación de dolor por ello, pero sin impedirlo, por lo menos habría hecho eso y no algo más como, lastimarle con su aplastador fuerza o quemarle hasta no soportar.
-No hace falta como lo dices, ya estoy grande no? así que mis acciones son solo mias, no metas a mis padres en esto-
salío su madures a aceptar los hechos de sus actos, poneindose firme mirandole fijamente a los ojos.
-no pienso irme así como si nada hubiese sucedido, se que hize mal, asi que aceptaré cualquier castigo que me impongas, si quieres darme una fuerte golpiza como lección, adelante, no em defenderé-
En sus ojos había inocencia pura, un deseo de justicia que pocos tenían en dichas ocasiones, solo los valientes se atrevían hablar de esa manera sin suplicar clemencia. Levanto la mirada mientras movía su cola, observando los ojos que el otro ponia en su ángulo de vista.
Se movío entonces soltandose de la mano castigadora que le retenía su oreja, agitando sus alas por unos instantes y caminando hasta quedar casi pegado al mayor que le ganaba también en estatura humana, eso lo hacia sentir aun mas pequeño que de costumbre.
-digame su pago por mi error, lo pagaré no importa que-

-Puede que seas mayor de cuerpo, pero tu cabeza parece no haberlo procesado aún si sigues haciendo tonterías como meterte en casas extrañas, así que yo diré si hay que meter a tus padres.- Le avisó, mirandole a los ojos con firmeza. Al menos no intentaba huir y eso tenía que respetarlo, sobre todo cuando sabía que una paliza por su parte bien podía ser mortal. -Esta bien, no voy a darte una paliza.- Le dijo, aflojando el apretón en la oreja para pensar que iba a hacer con él, como había recalcado no podía dejarlo ir sin más. -Mmm...- Mientras se sumía en sus propios pensamientos, el dragoncito se escapó entre sus dedos, pero en lugar de huir como esperaba se pegó a él, mirandolo casi suplicando que le castigara para poder expiar su culpa, lo cual le dio una buena idea. -Esta bien, te perdono...ahora acompáñame.- Dijo, llevándolo a una cueva decorada como una cabaña de tamaño humano por un pasadillo lateral, provista de varias sillas, una bonita cama de caoba para un matrimonio, una mesa de cristal cubierta con un mantel y varios armarios, algunos con vitrinas, que enseñaban diversas vajillas, además de una cocina de leña en un extremo de la habitación. -Toma asiento.- Dijo, dejandose caer en un sillón algo polvoriento, palmeandose el muslo para indicarle que se colocara cerca suyo.

Siguiendole hasta la nueva habitación, admirando lo que ahí tenía, pero sin tocar nada, no cometería un error dos veces y menos con el dueño a su lado. Cuando observó como le indicaba sentarse, dudo un poco, pero no quedaba de otra, había prometido no defenderse ante todo, apesar de las consecuencias, pero ello no le quitaba el nerviosismo de estar frente a un oponente imposible de vencer. Se sentó a un lado, pegado pero lo menos posible que quedase encima del otro, volteando a verle confundido de pronto.
-entonces....que haras si no piensas castigarme?-
para el joven, perdonar era sinonimo de no castigo, no por ser aprovechado, asi habai sido desde que tenía meses y no entendia porque el mayor le perdonaria y le diria que le siguiese de tal forma. Penso unos momentos, talvez solo desea charlar, porque, en ese lugar no debian de pasar muchas personas o criaturas para ello.
-vive solo? no tiene manada ni nada?-
con sus ojos bien abiertos admiro la cama que estaba cercas, tan amplia y tan ordenada, se notaba el gusto a simple vista, con muchos muchos lujos y detalles, parecía a los relatos que le contaban sus familiares de las casas de aquellos hombres llamados reyes, siempre presumiendo en posesiones su poderío.

Cogió al pequeño cuando se sentó, acomodándolo en su regazo para que estuviera cerca de su cuerpo y pudiera examinar sus formas de cerca. Su cola rodeó la cintura del pequeño, acercándolo a su cuerpo. Ya que tenía un intruso como ese en su hogar, pensaba aprovecharlo, le solía costar un poco más traer chicos jóvenes a su casa y mucho más si eran dragones. Le pasó la mano por las escamas de la cola, disfrutando de su suave tacto que revelaba su juventud. Las escamas se volvían muy ásperas con la edad si no se cuidaban bien, pero las del pequeño no habían tenido esa oportunidad siquiera. -Oh, no te preocupes, tengo un par de ideas en mente.- Le comunico, sonriendole juguetón mientras lo seguía acariciando. -No, no tengo ni familia ni manada. Mi especie es solitaria.- Le informó, dejando que sus ojos vagarán por la lujosa habitación, mientras el se deleitaba mirándolo. Tenía unas buenas piernas y un trasero de igual calidad, seguramente debido a la natación que haría si de verdad venía del lago. Le puso las manos en los hombros, quitándole lentamente el abrigo para ponerlo a un lado, acariciando sus brazos en el proceso. -Veo que es verdad que te gustan las cosas que brillan.- Comentó, riendo suavemente mientras acariciaba su pelo. -Si quieres puedes tocarlo, ahora tienes permiso, pero no rompas nada.- Le avisó, tenía que ser cauto a pesar de todo, bastante generoso era dejarle palpar su tesoro.

Sentir la cola esquelética en su cintura le advirtio de un claro preligro, pero desconocía aun el porque de ello, seguia imaginandose que le atacaría o mordería, asi que un ligero nerviosismo le invado, poneidose alerta. Lo peor fue sentir como acariciaba su cola, la piel se le herizaba, comenzo a pasar algo de saliba por la sensación, intentano ignorarlo mirando las cosas de ese cuarto...Que podia mirarlos y tocar? eso muy sospecho. Comenzó a mover su cola de forma que le estorvara al mayor, casi por accidente.
-ya veo....- aformo a la solitaria vida del dragón rojo - debe ser muy solitario....creo que yo no podria soportarlo....-
Su abrigo comenzo a ser quitado. Abrio sus ojos tanto por la impresion, ahora si que estaba seguro de a donde queria llegar el otro, y lo peor es que habia prometido no defenderse...que tonta habia sido al prometer algo similar, pero no podia ir en contra de su palabra.
Sus prendas por fuera aprecian secas, pero por dentro estabn frias como un iceberg en pleno oceano congelado, y eso era parte de la temperatura que usaba el dragoncito para mantenerse en sitios muy calidos, que al ser bajado dejaban gotas frias del hielo derretido escurriendose por los hombros, pasando por el pecho y la espalda surcandolo cual mapa.
-no...no haga eso...me es dificil mantener mi temperatura aqui sin el abrigo....- mitad verdad mitad nerviosismos que el otro deseara desvestirle del todo.
Intento ponerse en pie para separarse, pero la cola enrrollandole no se lo permitia sin ser brusco, giro su rostro al mayor mirandole a los ojos como preguntandose que pasaria, si era solo su temor infantil o un verdadero caso de acoso, el institno en desarrollo de su raza advirtiendole de algo.

Sintió el nerviosismo del menor ante sus avances, sonriendo un poco
enternecido por la demostración de inocencia. Su mano seguía la esquiva
cola del menor aunque este intentaba zafarla de su frio tacto sin mucho
éxito, ya que la recorrió poco a poco hasta llegar a la punta,
acariciandola suavemente mientras recostaba el resto de la extremidad
sobre su cuerpo, rozandola suavemente mientras la enrollaba alrededor de su brazo. -No lo es tanto cuando te acostumbras, pero tu aún eres muy joven para ello.-
Le explicó, mientras la punta de su cola se deslizaba sobre su vientre,
ayudando a desabrocharle el abrigo primero y luego simplemente acariciando su barbilla al volver a recubrirse de carne. El frío de su interior no le
molestaba en absoluto y la visión de las pequeñas gotas recorriendo sus
formas era una recompensa suficiente para él. Le miró con
condescendencia mientras le reacomodaba el abrigo como si fuera una
manta, solo que dejando a su alcance el cuerpo del menor para rodearlo
con sus manos al oír su queja. Acarició su frio vientre, entonando un lento salmo en su oido que provocó una pequeña cascada de luz que lo envolvió, aislándolo del calor del volcán pero no de su tacto. -Tranquilo, yo me asegurare que no te calientes...-
Le dijo, reteniendole con suavidad cuando se intentó alzar, no quería
asustarlo más de lo que ya estaba siendo brusco. Sonrió cuando le miró
con ojos de conejo asustado, alzando la mano para acariciarle la
mejilla, abriendo unas amplias alas rojas para acogerlo en ellas antes
de besarlo tiernamente en la frente.

Aquel temor iba calmandose con suavidad por las caricias que le proporcionaba su anfitrion, demostrando que podia confiar en él. Abdell detuvo el insistente movimiento de su cola, dejandola ser manipulada por el mayor con gran maestria, mientras la agena empezaba a frotar por su vientre y desabrochaba su abrigo deslizandose con lentitud, como si contara cada segundo del tiempo como mil horas, al joven dragón no parecio molestarle, que relajo sus hombros soltandolos y dejandolos a merced del otro, sintiendo el frio que le herizaba la piel, proveniente de aquella mano, en su mejilla...entrecerro sus ojos dejandose llevar por esa proteccion y momento.
-disculpe...jamas he estado con nadie asi de cercas...solo con mis padres- no era una excusa, solo queria afirmar que su nerviosismo provenia de una falta de experiencia, experiencia que penso nunca necesitar, pero ahora que ya tenia edad apra viajar lejos de la camada, debia aprender tantas cosas. Hasta cierto punto, Abdell penso que habai sido bueno al final quedarse en dicha situacon actual, porque que mejor para aprender que alguien que lo ha vivido durante muchos años?, el otro era un experimentado dragón, y auqnue no fuese su responsabilidad, la mente del azulado ya comenzaba a pensar en tantas cosas que le gustaria preguntar.
En su cuerpo, cuando el abrigo fue abierto los pedazos de hielo se derretian con mas lentitud pero dejaban la misma vista acuosa de los hombros en el pecho y espalda. Mientras recivia aquel beso tranquilizador.
-puedo decirle algo personal?...nunca había un color de cabello como el suyo- se atrevio hablar con un tono muy relajado, pausado y amable, pero sin duda, con toques de algunso agudos de una voz masculina delgada, posiblemente el chico en toda su vida no tendria una voz tan gruesa como otros, por su naturaleza procreadora, que ocultaba con al marca por una zona cubierta de su cuerpo.
Movio su cola, acariciando la mano que tenia cercas para sentir su textura, que era engañosa, podria verse como cualquier piel por ratos pero despues se descubria parte de la verdad.
Asi, todo el lenguaje corporal y verbal le demostraba al mayor cuan entregado ya estaba siendo el menor, tanto que habia dejado que le casi desvistiese, y tomando confianza para acurrucarse mas pegado al pecho del otro, cuando las alas le cubrieron, la mejor señal de proteccion que podria darse entre dragones.
-no tiene ni una apreja con quien estar?...de verdad esta tan acostumbrado?.....quizas es como dice, y por mi juventud no puedo entenderlo, pero...si me permite decirlo, aun con lo aterrador que fue en su sala de tesoros, no veo maldad o eso ahora en sus ojos...si no tiene incombeniente, ¿podria visitarlo en otro momento?, prometo no entrar si no esta presente...es solo que...me llama la curiosidad de saber las cosas que usted sabe, solo con ver este cuarto em doy cuenta de cuanto ha vivido y aprendido-

Lo acarició con más lentitud al notar como se acomodaba sobre él, recreandose en sus movimientos. Ahora que parecía más dispuesto a dejarle avanzar no tenía prisa por poseerlo. Sus dedos jugaron con la carne de su mejilla, disfrutando de su textura, sonriendo suavemente. Eso era lo que más le gustaba de los jovencitos, tenían un cuerpo terso sin llegar a estar duro y abultado como muchos adultos. Tras el abrigo, le abrió el cuello de la camisa desabrochando suavemente las cuerdas que lo ajustaban al pecho, dejando salir su cola por ese agujero para acariciar la mejilla opuesta antes de retirarse para que el viejo dragón lo besara en el rostro. -No pasa nada...hay una primera vez para todo.- Le tranquilizó, estaba acostumbrado a chicos poco experimentados y no le importaba pasar un rato enseñándoles. Que le pidieran que enseñara era un bonito halago y a nadie hacía daño conocer las bases antes de pasar a la acción. -Tu solo..dejate llevar...- Le susurró, besándole el lóbulo de la oreja mientras seguía recorriendo su cuerpo, cogiendo un trozo de hielo para frotarlo sobre su pecho, sonriendo al ver sus botones rosados endureciendose mientras su camisa se transparentaba, invitándole a jugar con ellos. Esa era una invitación que le costaría mucho resistir, pero a la cual aún no podía ceder.

-Vaya, gracias. Yo tampoco había visto uno como el tuyo, ni en otros dragones azules.- Le respondió, cogiendo un largo mechón para enredarlo un momento entre sus dedos antes de dejarlo volver a su posición original. Dejo que acariciara su piel desnuda, sonriendo al ver como masajeaba los músculos inertes. Aunque su imitación de la vida era muy buena, como todo no resultaba perfecta y tenía sus fallos, como la piel helada o la lógica falta de circulación sanguínea que hacía que su carne reaccionara un poco más lentamente a la presión si no se concentraba en disimularlo. Suspiró un poco cuando se pegó a su pecho al sentir sus alas cubriendole, centrándose un poco en que su corazón latiera lentamente para producir ese sonido tranquilizador que las crías buscaban al acurrucarse en sus padres antes de comenzar a hablar. -No, no tengo ninguna, pero eso no quita que haya tenido amantes. Y me han hecho mucha compañía a lo largo del tiempo.- Le explicó, sonriendole suavemente, reprimiendo una suave risa cuando le dijo que no sentía maldad en él. En efecto, aún era demasiado joven como para entenderlo y para detectar correctamente su naturaleza malvada. -Claro que puedes.- Le dijo, dándole un beso en los labios, rodeandole con sus brazos para acariciar suavemente sus nalgas. -Suelo estar aquí al anochecer cuando salgo, así que procura venir por la tarde para que no tengas que esperar mucho.-